Rebozado de camembert en ensalada
REBOZADO DE CAMEMBERT EN ENSALADA, TEMPLADO Y CREMOSO ENTRANTE.
El camembert rebozado con mermelada de frutos rojos es un bocado de origen francés que siempre nos ha resultado delicioso, ya sabéis que somos unas amantes de todo tipo de quesos. En esta ocasión lo hemos combinado con hojas de ensalada variada, tomatitos cherry, frutos secos y picatostes. Un plato fresco y crujiente rematado con el toque de la mermelada de frambuesa ecológica, cortesía de Pazo de Vilane, un aliño original para esta glamurosa ensalada templada. Un entrante que tenéis preparado en un momento y sorprenderá con seguridad a propios y extraños.
Crocanti de salmón
CROCANTI DE SALMÓN, PESCADO AL RICO BOMBÓN.
Al igual que nos cautivada el helado, especialmente el clásico bombón de nata, cubierto de chocolate y pequeños trozos de almendra; también nos ha conquistado el crocanti de salmón. La receta de pescado que os presentamos sorprende por su rapidez y facilidad de elaboración además de por su exquisitez. Este plato de salmón al horno en costra de almendra, naranja y parmesano combina un interior jugoso con una capa crujiente. La composición de sabores y texturas tan heterogéneas nos brinda un bocado extravagante y glamuroso al tiempo que saludable.
Esta es nuestra contribución al HEMC#65 organizado por LeBonVivant.
Sopa blanca de letras
SOPA BLANCA DE LETRAS, PARA ESCRIBIR CON LA CUCHARA.
La sencillez del ajo blanco no está reñida con la elegancia y el glamour de su presencia. Esta sopa fría de origen andaluz y extremeño es un entrante perfecto, rápido y fácil de preparar. Se elabora con cinco ingredientes tan básicos como el pan, el agua, el aceite, el ajo y la almendra. Suele servirse acompañado de frutas como la uva, la manzana o el melón, que aumentan su frescor y contrastan su sabor. Es un plato que se presta a variedad de presentaciones, en plato hondo, en cuenco, en vaso de chupito o en copas. Podemos jugar, para darle un toque original, con las formas de los trozos de fruta. Nuestra propuesta, ajo blanco con letras de melón, es una interpretación de la clásica sopa de letras de nuestra infancia. Las sopas no eran de nuestra agrado y utilizaban el abecedario de pasta como gancho para distraernos. Pero eso sí, se convertían en sopas eternas… nos divertíamos en escribir con la cuchara.